Guns Akimbo

Parece que fue ayer cuando veíamos a Daniel Radcliffe intentar dominar su Nimbus 2000 sin generar demasiados accidentes como cierto mago famoso salido de la escuela de Hogwarts, y ahora nos lo encontramos con las mismas escasas capacidades de actuación encarnando en Guns Akimbo a Miles, nerd al que unos mafiosos atornillan dos pistolas en las manos para obligarlo a participar en Skizm, un macabro reality show transmitido en streaming a través de la deep web y en el que los concursantes deben aniquilarse entre sí utilizando cualquier artefacto a su disposición.

Empleando una muy cuidada estética de comics, videojuegos y redes sociales, el director neozelandés Jason Lei Howden (Deathgasm) nos engancha a nuestros asientos con una historia sin más pretensiones que el puro entretenimiento, y que podría haber resuelto a los diez minutos de película con una simple llave inglesa. En cambio, el bueno de Jason opta por dejar de lado cualquier concesión a la piedad, sometiendo a Miles a la tortura de tener que defenderse de Nix (Samara Weaving), una psicópata asesina que pondría en aprietos al mismísimo John Wick, superar la relación con su exnovia Nova (Natasha Liu Bordizzo), desarticular la banda mafiosa de organizadores del concurso liderada por Riktor (Ned Dennehy), y, además, hacerlo ridículamente ataviado con una bata de cuadros y unas gigantescas zapatillas-garra de peluche. Diversión asegurada.

Estrenada en el Festival de Toronto 2019, y proyectada en numerosos festivales, incluyendo el de Sitges 2019 (donde ya os dimos nuestras primeras impresiones), Guns Akimbo goza de una destacable banda sonora en la que se recuperan temas popularizados en antiguas películas de acción de Van Damme o Stallone, mezclados con los arreglos electrónicos de Enis Rotthoff, el Chimo Bayo alemán de las bandas sonoras. Injustificable pero imperdible.

Podéis disfrutar de la película en nuestro país gracias a Amazon Prime Video.

Un comentario en «Crítica de ‘Guns Akimbo’ (2019, Jason Lei Howden)»
  1. Tampoco simpatizamos con las limitadas dotes interpretativas de Daniel Radcliffe. No nos ha demostrado en ningún momento ese talento que tantas voces han manifestado a los cuatro vientos.

    Ni siquiera para con una película amparada en la brutalidad, la irreverencia y la virulencia. Habría sido la oportunidad perfecta para obrar esta suerte de metamorfosis… En cambio, sí que disfrutamos con el buen hacer de Samara Weaving. Ha nacido para interpretar esta clase de roles.

    Un saludo y buena reseña

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